Compartiendo protagonismo en las páginas más o menos salmón de los periódicos, las informaciones, distintas pero cómplices, estuvieron con nosotros hace poco más de dos semanas. Por un lado, el Tribunal Supremo volvía a retorcer la doctrina del TJUE y en dubio pro banca, sacudía el bolsillo de los consumidores afectados por la cláusula IRPH.
De forma simultánea un médico jubilado, Carlos San Juan, reunía más de 600.000 firmas para que la banca volviera a atender a los ancianos y les facilitara las más elementales operaciones bancarias, porque “son mayores no idiotas”. Un poco más abajo, a la izquierda de la página, para que se viera poco, se nos contaba que el Banco de España consideraba que la normativa comunitaria no obliga a los bancos a facilitar el reintegro de dinero en ventanilla.
Y en cabecera, eso sí, todos los medios pregonaban con adoración idiota ya que son a nuestra costa, los casi 20.000 millones que la banca ha ganado el pasado año, pulverizando los resultados pre pandemia del ejercicio 2019. De los despidos a sus empleados y el cierre de oficinas no se decía nada, pero también lo podemos contar.
No son noticias independientes sino vinculadas a una asociación delincuente, un equipo con distintos jugadores, que tiene como objetivo meter goles económicos a los casi 47 millones de españoles puestos a su disposición para ser sangrados. Y tanto el Tribunal Supremo y otras altas instancias judiciales, como también el Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) o la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) son miembros destacados de ese equipo que juega contra nuestros intereses saqueándonos de continuo.
De la actuación bochornosa del Tribunal Supremo nunca hablaremos bastante. La bola sigue creciendo, las sentencias favorables a los afectados se suceden y si el Alto Tribunal continúa en su posición interesada, la pelota volverá a Luxemburgo, que ya debe estar tomando nota de que padecemos una democracia deficiente habiendo abandonado el grupo de los países que gozan de una democracia plena, precisamente por las instancias judiciales. Tampoco debe descartarse que el movimiento de los afectados salte de la pasividad de las redes sociales y los foros a una mayor estructuración y actividad. Algunos movimientos ya hay.
Lo de Carlos San Juan ha sido ese aire de esperanza que a veces nos recuerda que estamos vivos y que algunas cosas son posibles, aunque luego la ilusión quede en poco o en nada. Su lucha comenzó a mediados de enero con una petición en Change.org. Su campaña ‘Soy mayor, no idiota’ ha llegado con la fuerza de la verdad a donde nunca podría haberse imaginado y la propia ministra Nadia Calviño ha emplazado a la banca para que en un mes tengan listo un plan de acción que acabe con la vergonzosa exclusión que están teniendo los ancianos. El plazo termina a finales de febrero y pasado el susto inicial la banca ya está hablando de “acuerdo voluntario” y de la competencia entre entidades, de la libertad de empresa y de que hay que ver cómo os habéis puesto…
La Asociación Española de Banca (AEB), la Unión Nacional de Cooperativas de Crédito (UNACC) y la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA) hablan de acuerdos, protocolos, medidas…Nada que hacer con ellos, que tienen claro el camino a seguir para continuar incrementando sus beneficios. Y es tan fácil como que respeten la Directiva y que el Gobierno, a través del Ministerio de Consumo controle su cumplimiento. Pero los derechos de los consumidores europeos, en lo que se refiere a las instituciones financieras, terminan en los Pirineos, aunque estamos hablando de 1.400.000 afectados por estas decisiones bancarias.
Al igual que hace el Tribunal Supremo cuando “interpreta” con alguna sonora ocurrencia la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, también el Banco de España, que juega en el mismo equipo, realiza sus propios manejos para beneficiar a sus patronos.
La Directiva 2014/92/UE de 23 de julio de 2014 establece que entre los derechos de los consumidores se incluye el “retirar, en la ventanilla o en los cajeros automáticos fuera del horario de apertura de la entidad de crédito, dinero en efectivo de dicha cuenta dentro de la Unión”. Y podrán hacerlo todo el tiempo que estén abiertas. La trampa se hace a la hora de transponer la norma europea. Y así, el Real Decreto-ley 19/2017 de 24 de noviembre contempla el derecho a la retirada de dinero en efectivo “en las oficinas de la entidad o en los cajeros automáticos”. Y a este “o” se agarra el delantero pichichi para asegurar que los bancos pueden elegir una u otra forma. Lo de siempre, se interpreta la norma comunitaria, que es de mínimos, a beneficio -y nunca mejor dicho- de la banca patrona.
Y como consecuencia del buen juego de éste y otros elementos, no es de extrañar que los cinco grandes bancos del IBEX vayan a repartir este año entre sus accionistas 7.300 millones de euros a cuenta de los casi 20.000 millones que han tenido como resultados el pasado año.
Entrando en el detalle, Santander ha registrado el pasado año unos beneficios de 8.124 millones de euros, lo que es un impresi0nante vuelco si tenemos en cuenta que en el 2020 experimentó unas pérdidas de 8.771 millones. Por su parte el BBVA ha declarado un resultado positivo de 4.653 millones de euros en 2021, lo que es multiplicar por 3.6 sus ganancias del 2020. La fusión con Bankia ha reportado a Caixabank una aportación contable de 4.300 millones ¿quién le iba a decir a Esperanza que su joya de la corona -quitando al Canal de Isabel II, terminaría en manos catalanas? Al Bankinter tampoco le ha ido mal, con unas ganancias de 1.333 millones multiplica por 2.4 sus resultados del 2019, que ya fueron buenos. A la cola tenemos al Sabadell que con 530 millones no alcanza la cifra de beneficios del 2019.
En el lado contrario de la balanza y en directa relación con los beneficios habidos y los que se esperan, está la cifra de sangre en forma de expedientes de regulación de empleo. Desde el año pasado la banca ha prescindido de 16.000 empleados, con bajas, excedencias, ceses, jubilaciones…
El proceso comenzó en el 2008, cuando en la banca española trabajaban unas 278.000 personas y disponía de 45.662 sucursales de entidades financieras: bancos, cajas de ahorro y cooperativas. A finales de 2021 la cifra se había reducido a algo más de 15.000, con unos 158.000 trabajadores sin contabilizar los últimos ajustes ya previstos. Más del 20% de los municipios españoles no tienen ninguna oficina bancaria.
Y no va a ser la campaña de Carlos San Juan la que eche abajo los esperados y contantes beneficios de cerrar oficinas y despedir a trabajadores, que si se les deja continuar, para el año 2030 esperan no llegar ni a los 7.000 locales abiertos. Es decir, una disminución del 55% de lo que tienen actualmente y que será proporcional a los nuevos “ajustes” de personal.
Pero no ha sido únicamente una acertada política laboral y de contención de gastos inmobiliarios el único componente de ese “Bálsamo de Fierabrás” que ha llevado a los increíbles beneficios empresariales de éste pasado año. En paralelo a esa amortización de personal y oficinas, la desesperada búsqueda de ingresos para contrarrestar el dinero en negativo, mostró la verdad del viejo refrán «cuando Dios cierra una puerta abre una ventana» Y la Banca española, que para esto del dinero debe ser muy católica y que lleva muchos años viviendo por encima de nuestras posibilidades, decidió abrir de par en par el portón de las comisiones a los usuarios.
Su valedor en estas cosas del atropello económico, el Banco de España, no determina un límite máximo de las comisiones que pueden cobrar las entidades financieras, por lo que éstas tienen libertad absoluta para establecer sus comisiones bancarias y gastos repercutibles. Siempre y cuando lo sean por servicios efectivamente prestados o gastos habidos y se nos haya avisado previa y personalmente de ello, que suelen preferir no hacerlo o valerse de opacos medios de comunicación al respecto.
Las entidades financieras han conseguido aplicar hasta siete tipos de comisiones sobre los depósitos y las cuentas. Las de administración, en función de los apuntes y de mantenimiento por «el servicio de caja básico» son las más frecuentes, aunque a ellas se les pueden añadir otras muchas, dependiendo de la imaginación y lo que se haya tomado para desayunar el responsable de ese negociado.
Para los autónomos y las pymes se tiene la particular deferencia de adjudicarles más de un tercio del total de comisiones y recargos existentes. Está claro que como son muchos en número, al igual que los mayores e igualmente desprotegidos y desinformados, los ingresos son mayores. Dedicar esfuerzos comisionistas a esos 35 del Ibex como que no, que son hermanos y no primos.
Grandes, pequeñas, medianas…todas sirvieron para equilibrar una situación que les tenía con un pie en el tártaro y con otro en la reducción de sus glamurosos sueldos y prebendas, planes de jubilación incluidos. Y si muchas comisiones son excesivas o ilegales, abusivas al fin, no hay que preocuparse que para esos pusieron a los controladores y en última instancia al alto poder judicial.
Ejemplos de la situación salen a diario, como la comisión de dos euros que BBVA cobra a sus clientes por retirar menos de 2.000 euros en ventanilla, o la limitación a cuatro operaciones gratuitas de Caixabank. Y no les preocupa que sea una doble comisión, puesto que ya se cobra otra por el servicio de caja.
De hecho, una reciente sentencia de la Audiencia Provincial de Álava ha declarado nula «por abusiva» la comisión que cobraba Bankinter por ingreso de efectivo en la oficina. Dicha comisión penaliza los ingresos en efectivo que se realizan en ventanilla con una cantidad de dos euros a quien no es titular de una cuenta. De esta manera, asegura EKA/ACUV, la Asociación de Personas Consumidoras y Usuarias Vasca, se expulsa a las personas de las oficinas y se las dirige a los cajeros y a la banca on line, que el primer paso es cerrar la oficina y el segundo cobrar por la conexión desde internet.
Es una versión más del “y ahora que vengan los usuarios a reclamar los dos euros” que de momento yo los tengo en mi cuenta de resultados. Son pillerías muy rentables, sobre todo cuando se cuenta con la inestimable ayuda del “interventor” que o no contesta porque dice que no se entera o se pone del lado de la banca y sus abusos.
En cualquiera de los sectores: financiero, eléctrico, inmobiliario, comunicación…en el que se pueda estafar a un buen número de usuarios, con grandes beneficios, encontraremos a uno de estos jugadores que, con la Justicia como capitán, llevan decenios metiéndonos goles por la escuadra o por dónde sea, asaltando nuestros bolsillos y riéndose luego de nuestros esfuerzos para llegar a fin de mes. Y el mismo tiempo que llevan robándonos nosotros seguimos permitiéndoselo en el eterno juego del ratón y el gato, pero si el Estado que somos todos nos sube los impuestos en la cerveza, nos desgañitaremos protestando.
Fuente: AQUIMICASA.NET
Autor: Eduardo Lizarraga